La apoteosis del hermano malvado: PARTE 1

Situemonos en el inicio de los acontecimientos que dan origen a este profundo y reflexivo post.

Recuerdan ustedes que el miercoles pasado les dije que quería envenenar a mi hermana monstruo (todavía lo sigo considerando). Esa vez la razón del odio fue que se le ocurrió traer a sus amiguitos de la escuela para una pachanga (fiesta) en la casa mientras no estaban mis papás. Mi hermana mayor como recuerdan ya no vive aquí(se fue con el novio) y por consiguiente me tocaba a mí ser el responsable de la casa.

Mi hermana monstruo no tenía permiso de traer a nadie a la casa, pero aún así llevó a sus amigos. OK. Por no ser tan ojete, pues no le dije nada a mi hermana; le soporté un rato su despapaye.

Después de un rato le dije que le bajara al escándalo que traían con la música, la tele y sus gritos. No me hizo caso, le valió.

Por ahí de las 10 de la noche se acabó el relajo, pero la fiesta siguió. Mi hermana, mi prima y tres fulanos se fueron a surtir de caguamas (unas cervezotas tamaño familiar) y de cigarros. Especialmente porque la casa ya parecía que se estaba incendiando de tanto humo que echaban, bajé y le dije a mi hermana "Ya son las 11, a ver a qué horas" para que empezara a correr a su amigos.
Como el tiempo seguía avanzando y yo sabía que a mi hermana le vale lo que yo diga, pues volví a bajar a las 11:30 a decirle a los fulanos esos que ya se fueran. Ellos por lo menos me respondieron, "Claro, ya nos vamos".

Toda esa noche había estado tratando de localizar a mi papás para decirles que calmaran a su hijita, que le parara a su relajo. Nunca los encontré y mejor tuve que hablarle a una de mis tías (la mamá de la prima que también andaba pachangueando). Y según mi tía, hablo con ellas y ellas prometieron comportarse y no traer a nadie a la casa. Promesas , promesas.

Todo esto pasó el miercoles 9, y mi hermana no tardó mucho en romper su palabra (la verdad no tiene), porque el viernes en la tarde cuando llegaba de mi servicio social, me encontré a los respectivos novios de mi hermana y mi prima adentro de la casa. Y ellas, según me informaron los sujetos, estaban en la tienda. "Bonito chiste" pensé.

Llegó mi hermana y ahí la tienes en la más apacible de las tertulias, alimentandolos y fumando (de seguro también brindando). Ya mi indignación andaba por las nubes pero... no le dije nada.
Ya cuando mi hermana y su prole por fin se largaron, solo me dijo algo así como "ya me voy, en la noche si cierras no pongas la llave de arriba" (es una cerradura de la puerta exterior, pero mi hermana no tenía esa llave); yo contesté "A las 12, cierro".

Claro, como todo lo que yo le digo lo ignora, seguramente no creyó que le cerraría la puerta. Pero...Oh, sí... yo ya lo tenía muy bién decidido. E incluso tuve apoyo de mi tía, "Sí, cierrales la puerta" me dijo. También habló mi padre por teléfono y le dije lo mismo, aunque supongo que el tampoco creía que le cerraría la puerta; le pedí que le avisara a mi hermana.

Mis malévolos pensamientos crecían a medida que se acercaba la media noche. Por fin, dieron las doce campanadas.
Y con una alegría que solo podría ser provocada por el gozo de la venganza, tomé las cobijas de la cama de mi hermana, busqué las llaves del carro, abrí la puerta de este vehículo que estaba dentro de la cochera, deposité las cobijas y cerré felizmente una y dos y... TRES cerraduras.

"Jo, jo, jo" diría Santa Claus, "Ja, ja, ja" pensaba yo, "Je, je, je" pronunciaban mis dulces labios. Oh, sí... la venganza era tan tan tan dulce. :P

A la 1:30 horas (bien tempranito) llegaron mi hermana y mi prima. Ruidos y risas. Primera cerradura abierta... segunda cerradura abierta... tercera cerradura y... ZAS ... otro ZAS ... un más ruidoso ZAS de la puerta y un "No manches, la cerró... qué poca".

"Ji, ji, ji" yo me regodeaba en pura dicha. "Ju, ju, ju" ahora si me carcajeaba. Ahora sí que como dijera Lila Downs:

... Y ja jai hasta me rio
Y me carcajio
Y ja jai por esta changa
Tan malora...

No vayan ustedes a creer que mi hermana se puso a llorar en sincero arrepentimiento por lo pecados cometidos. No no no, para nada, ella feliz de la vida; como venían de festejar pues le quiso seguir. Hasta se puso a platicar con el vigilante nocturno, y parecía bastante amena la platica.

Estuve un rato despierto para ver asegurarme de que nada malo pasara (digo tampoco quería que se muriera, nomas' era escarmiento) y como nada pasó, pues me jui a dormir.

Vieran que la venganza provoca sueños muy tranquilos y profundos.
¡Qué bonito dormí esa noche, caray!

つつぐ

(No se pierdan la continuación porque todavía hubo más gritos, corrí más gente y... uy, otra semana así ya no la agüanto...) :D